martes, 25 de julio de 2017

¡GRACIAS!




¡GRACIAS! 


El tiempo pasa y para bien o para mal  deja su huella, los años van esculpiéndonos, del mismo modo que el agua moldea las laderas de las montañas así el tiempo nos va formando, unas veces causando derrumbes otras veces generando hermosas cascadas, siempre esculpiéndonos, siempre dándonos forma. No importa lo que hagamos, queramos o no el tiempo deja su huella, y esa huella es el signo de que estamos vivos, de que hemos pasado por este mundo.
No todas las huellas son hermosas, hay huellas que nos recuerdan momentos especialmente dolorosos, tristes o amargos pero el hecho de ver esa cicatriz nos alienta, pues quiere decir que la herida ha sanado. ¿Cuántas heridas aun llevamos abiertas? ¿Cuántas heridas aun sangran? Qué hermoso será el día en que nos demos cuenta que debemos dejar que el tiempo cierre las heridas, y que podamos ver las cicatrices sin dolor, sin resentimiento, sin quejas,  sabiendo simplemente que algo que nos hirió hoy es solo una fuente de aprendizaje y no una fuente de dolor.
Pero existen huellas hermosas, son aquellas que la gente que amamos nos deja al pasar por nuestra vida. todo es tan efímero, que poder haber tenido esas experiencia son toda una bendición, esos amigos que nos acompañaron en la infancia, aquellos amores de la juventud, los abuelos con su cariño y sabiduría, gente cuyo paso en nuestra vida quizás no duró lo que nosotros imaginamos, pero que dejaron una huella tan profunda que aun hoy su recuerdo nos hace sonreír, nos hace luchar, soñar y vivir sabiendo que no todo el mundo es malo, que escondidos entre montones de carbones se encuentran valiosos diamantes.
El tiempo pasa, no lo puedo detener, el no responde a mi querer, tiene una autonomía que yo no le puedo quitar.
El tiempo pasa y en su correr nos trae y se lleva. Nos da y nos quita, así es él, siempre en movimiento. Cuantas cosas se pueden aprender cuando dejamos que el tiempo nos enseñe. Que buen maestro es el señor tiempo, que siempre nos hace entender la lección que la vida nos da. Que  buen doctor es el señor tiempo, que nos ayuda a sanar hasta las heridas más profundas. Qué hermoso es el tiempo que nos toca vivir, que bello y que poco es, que emocionante y tan limitado. Que fugaz y que valioso es. No vale la pena desechar ni un segundo pues no sabemos si ese será el último.
Nuestro tiempo tiene fecha de caducidad, nuestro tiempo, esos pequeños granos de arena que caen en nuestro reloj están contados, se  acaban, no estaremos para siempre en este mundo, hay otro mundo mejor, existe un cielo, pero en este mundo nuestro tiempo es tan fugaz que asusta, en un momento estamos en la escuela y al siguiente llevamos a nuestros hijos a la escuela.
Nuestra lucha no es ni debe ser contra el tiempo.
El tiempo nos ha permitido alcanzar lo que tenemos, nos inspira a ir siempre adelante, nos apremia, nos hace valorar más a las personas, nos enriquece, nos alienta. El tiempo es nuestro bien más preciado. Y ahora que veo canas en mi cabello, ahora que empiezan a marcarse arrugas en mi piel, en este momento que mi cuerpo resiente lo excesos de ayer ahora me doy cuenta de lo valioso que he tenido, ahora me doy cuenta de lo importante que han sido todas las personas que he conocido, todas las experiencia que he vivido, ahora me doy cuenta que vivir es y será lo mejor que me ha pasado y eso es algo que debo agradecer.
Dios es el padre del tiempo, el me regalo todo a través de él, y en medio de todo eso te he encontrado, me has encontrado, nos hemos encontrado y como sé que no siempre estaremos juntos, como sé que tu presencia en mi vida es un regalo, como sé que mi tiempo es limitado, sé que debo agradecerte el que te hayas tomado el tiempo de conocerme, de soportarme, de alegrar mi vida con tu presencia, de leer esto que escribo. De lejos o de cerca, eres parte de mi vida, y compartes tu tiempo conmigo y ese es un regalo que el dinero no puede comprar.
Este soy yo, una hermosa escultura que el tiempo ha modelado, con fisuras y quiebres, con heridas y cicatrices, con triunfos y caídas, con virtudes y pecados, este soy yo. Este que tiene tantas imperfecciones y tan pocos dones. Este soy yo, el fruto de lo que he vivido y en medio de esa vivencia estás tú, como un bastón, como una fuente, como una sombra, como brisa, como ayuda. Perdona mi imperfecciones, perdona mis olvidos, perdonas mis errores pues así soy, simplemente humano, sencillamente yo.
Gracias porque sin ti no habría nosotros, sin ti, no habría a quien escribirle, sin ti, no habría a quien hacer reír, sin ti, mi tiempo seria un desierto vacio y sin vida, pero gracias a ti, vivo en medio de un gran bosque en el cual tú eres un enorme árbol.
Gracias pues has hecho de mí tiempo una experiencia digna de vivir, y hoy simplemente quiero darte gracias.
Que el buen Dios te bendiga
Paz y Bien

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