miércoles, 19 de julio de 2017

SÚPER HÉROES




SÚPER HÉROES


Terminado mi retiro anual de Diáconos mientras me dirigía de nuevo a casa una idea cruzó por mi mente. Quizás un tanto descabellada. Quizás infantil pero, llena de una profunda admiración y respeto por aquellos hombres que compartieron conmigo aquellos días de oración silencio y reflexión.
Yo me vi a mi mismo y a mis  mis hermanos Diáconos como unos súper héroes, si, se que suena un poco extraño, pero espero que la explicación que doy a continuación los haga pensar un poco mejor las cosas y los acerquen un poco a lo que quiero expresar.
Para empezar lo grandioso de la vocación al diaconado permanente está, en que nuestra llamada, se recibe a  medio día, una llamada que se hace en medio, de las obligaciones propias de una familia, es una llamada que se hace al jefe de un hogar pero que involucra a la familia entera. Aunque el Diácono es uno, la familia entera es parte del llamado, parte de la respuesta, parte también del misterio del llamamiento que Dios nos hace.
Los Diáconos son Hombres comunes, con familias comunes, con dificultades y problemas comunes, con hijos comunes, con necesidades comunes, parecidas a cualquier familia del mundo pero; con una diferencia muy grande: Dios los ha llamado a ser una familia diaconal; es decir una familia cuyo padre es un Diácono permanente.
Desde el punto de vista humano, el Diácono permanente no difiere mucho de cualquier otro hombre, debe tener un trabajo, debe alimentar a su familia, amar a su esposa, ser buen ciudadano, buen amigo y buen cristiano. ¿Qué lo hace distinto? ¿Qué lo hace diferente? La respuesta es sencilla: lo que lo hace distinto y diferente es que Dios lo ha llamado a ser su servidor, pero no solo lo llama sino que lo consagra, lo ordena, lo aparta y lo sostiene.
El Diácono permanente no pierde a su familia, ni la familia lo pierde a él, sino que por el contrario el hombre a quien Dios ordena Diácono por manos del obispo es fortalecido para que ame no solo a su propia familia sino que ayude a las demás a amarse, la familia no pierde a un padre  sino que gana un consagrado, y con su presencia ella misma  se robustece, se afianza y se enriquece, y la comunidad en donde vive recibe a un servidor, que entiende su realidad porque la vive de primera mano.
No es que un Diácono no tenga dificultades en su casa, no es que el recibo de la luz le llegue amortiguado por el hecho de ser Diácono, no se trata de eso. Se trata de la fuerza espiritual que recibe en su ordenación lo que lo hace salir de lo común, ya no es un hombre mas, ya no es un laico, sino que ahora es un clérigo, un servidor, configurado con Cristo siervo. Que entiende que mas allá de los problemas y las dificultades propias de la vida se encuentra el don inefable del amor de Dios que lo sustenta, lo sostiene, lo nutre y lo envía una y otra vez al servicio, sobre todo de los más necesitados.
Y es en el servicio precisamente donde los Diáconos permanentes para mí son como súper héroes, héroes  que sostienen en alto, el cáliz de la salvación, sirven la mesa del sacrificio, distribuyen el pan consagrado, proclama la palabra y sirve  y auxilia a los pobres en sus necesidades.
Como todo súper héroe tiene dos formas de vida que se entrelazan se mezclan y lo hacen único, es padre, esposo, hijo, pero también es consagrado, sacerdote en el tercer grado y servidor del altar y de los pobres. Es la mano derecha del sacerdote y del obispo y junto con ellos luchan contra el mal, contra el pecado, e intentan construir un mundo más justo y más fraterno no solo con sus palabras sino con su estilo de vida
El Diácono, adornado con todos sus súper poderes llega a las comunidades que para muchos son peligrosas y desde ahí  proclama la buena nueva, devuelve la esperanza y traza sendas de paz y de amor, por fuera es un hombre común, es clérigo sin clériman, es sacerdote sin sotana, pero aun así es escogido por Dios y consagrado por él.
Su armadura es la humildad. Humilde porque sabe que es indigno, humilde porque sabe que la obra es de Dios, humilde porque reconoces sus debilidades, humilde porque sabe que está para servir , siempre para servir y nunca para ser servido. Humilde porque sabe que el primer lugar ya está ocupado. Los Diáconos permanentes son como súper héroes, pero mejores porque el súper poder no reside en sí mismos si no en aquel a quien le sirven. Son aquellos que visitan a los enfermos llevándole el pan de los fuertes, aquellos que proclaman la palabra que genera vida, que aconsejan, que predican, que bautizan, que acompañan.
La batalla que libra la Iglesia contra el mal es inmensa y en medio de ellas los Diáconos permanentes con sus servicios, marchan por las trincheras de la vida sirviendo al sacerdote y al laico por igual.
Ver a mi hermanos cerca a mí, escuchar de sus luchas, de sus problemas, darme cuenta que son tan parecidos a mí y a cualquier persona de este país, y ver que como a pesar de eso, siguen sirviendo, siguen haciendo el trabajo y la misión que se les ha encomendado, ver a algunos con 20, 25y hasta 28 años de servicio y descubrir en su mirada ese fuego ardiente del Espíritu me hace pensar nuevamente que son súper héroes, no porque puedan volar, sino porque trabajan para llevar almas al cielo, no porque tengan vista de rayos X sino porque tiene esa capacidad de entender el sufrimiento de quienes cohabitan con ellos en sus parroquias.
Para mí son héroes, héroes en el héroe, y la fuente de su súper poder es Cristo, y en el todo lo pueden.
A ello mis respeto y admiración
Dios bendiga a los Diáconos permanentes
Dios bendiga a sus familias
Y bendiga a través de ellos a las comunidades que él les ha encargado

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