SÚPER HÉROES
Terminado mi retiro anual de Diáconos
mientras me dirigía de nuevo a casa una idea cruzó por mi mente. Quizás un
tanto descabellada. Quizás infantil pero, llena de una profunda admiración y
respeto por aquellos hombres que compartieron conmigo aquellos días de oración
silencio y reflexión.
Yo me vi a mi mismo y a mis mis hermanos Diáconos como unos súper héroes,
si, se que suena un poco extraño, pero espero que la explicación que doy a
continuación los haga pensar un poco mejor las cosas y los acerquen un poco a
lo que quiero expresar.
Para empezar lo grandioso de la
vocación al diaconado permanente está, en que nuestra llamada, se recibe a medio día, una llamada que se hace en medio,
de las obligaciones propias de una familia, es una llamada que se hace al jefe
de un hogar pero que involucra a la familia entera. Aunque el Diácono es uno,
la familia entera es parte del llamado, parte de la respuesta, parte también
del misterio del llamamiento que Dios nos hace.
Los Diáconos son Hombres comunes, con
familias comunes, con dificultades y problemas comunes, con hijos comunes, con
necesidades comunes, parecidas a cualquier familia del mundo pero; con una
diferencia muy grande: Dios los ha llamado a ser una familia diaconal; es decir
una familia cuyo padre es un Diácono permanente.
Desde el punto de vista humano, el Diácono
permanente no difiere mucho de cualquier otro hombre, debe tener un trabajo,
debe alimentar a su familia, amar a su esposa, ser buen ciudadano, buen amigo y
buen cristiano. ¿Qué lo hace distinto? ¿Qué lo hace diferente? La respuesta es
sencilla: lo que lo hace distinto y diferente es que Dios lo ha llamado a ser
su servidor, pero no solo lo llama sino que lo consagra, lo ordena, lo aparta y
lo sostiene.
El Diácono permanente no pierde a su
familia, ni la familia lo pierde a él, sino que por el contrario el hombre a
quien Dios ordena Diácono por manos del obispo es fortalecido para que ame no
solo a su propia familia sino que ayude a las demás a amarse, la familia no
pierde a un padre sino que gana un
consagrado, y con su presencia ella misma
se robustece, se afianza y se enriquece, y la comunidad en donde vive
recibe a un servidor, que entiende su realidad porque la vive de primera mano.
No es que un Diácono no tenga
dificultades en su casa, no es que el recibo de la luz le llegue amortiguado
por el hecho de ser Diácono, no se trata de eso. Se trata de la fuerza
espiritual que recibe en su ordenación lo que lo hace salir de lo común, ya no
es un hombre mas, ya no es un laico, sino que ahora es un clérigo, un servidor,
configurado con Cristo siervo. Que entiende que mas allá de los problemas y las
dificultades propias de la vida se encuentra el don inefable del amor de Dios
que lo sustenta, lo sostiene, lo nutre y lo envía una y otra vez al servicio,
sobre todo de los más necesitados.
Y es en el servicio precisamente
donde los Diáconos permanentes para mí son como súper héroes, héroes que sostienen en alto, el cáliz de la
salvación, sirven la mesa del sacrificio, distribuyen el pan consagrado, proclama
la palabra y sirve y auxilia a los
pobres en sus necesidades.
Como todo súper héroe tiene dos
formas de vida que se entrelazan se mezclan y lo hacen único, es padre, esposo,
hijo, pero también es consagrado, sacerdote en el tercer grado y servidor del
altar y de los pobres. Es la mano derecha del sacerdote y del obispo y junto
con ellos luchan contra el mal, contra el pecado, e intentan construir un mundo
más justo y más fraterno no solo con sus palabras sino con su estilo de vida
El Diácono, adornado con todos sus
súper poderes llega a las comunidades que para muchos son peligrosas y desde
ahí proclama la buena nueva, devuelve la
esperanza y traza sendas de paz y de amor, por fuera es un hombre común, es
clérigo sin clériman, es
sacerdote sin sotana, pero aun así es escogido por Dios y consagrado por él.
Su armadura es la humildad. Humilde
porque sabe que es indigno, humilde porque sabe que la obra es de Dios, humilde
porque reconoces sus debilidades, humilde porque sabe que está para servir ,
siempre para servir y nunca para ser servido. Humilde porque sabe que el primer
lugar ya está ocupado. Los Diáconos permanentes son como súper héroes, pero
mejores porque el súper poder no reside en sí mismos si no en aquel a quien le
sirven. Son aquellos que visitan a los enfermos llevándole el pan de los
fuertes, aquellos que proclaman la palabra que genera vida, que aconsejan, que
predican, que bautizan, que acompañan.
La batalla que libra la Iglesia
contra el mal es inmensa y en medio de ellas los Diáconos permanentes con sus
servicios, marchan por las trincheras de la vida sirviendo al sacerdote y al
laico por igual.
Ver a mi hermanos cerca a mí,
escuchar de sus luchas, de sus problemas, darme cuenta que son tan parecidos a mí
y a cualquier persona de este país, y ver que como a pesar de eso, siguen
sirviendo, siguen haciendo el trabajo y la misión que se les ha encomendado,
ver a algunos con 20, 25y hasta 28 años de servicio y descubrir en su mirada
ese fuego ardiente del Espíritu me hace pensar nuevamente que son súper héroes,
no porque puedan volar, sino porque trabajan para llevar almas al cielo, no
porque tengan vista de rayos X sino porque tiene esa capacidad de entender el
sufrimiento de quienes cohabitan con ellos en sus parroquias.
Para mí son héroes, héroes en el
héroe, y la fuente de su súper poder es Cristo, y en el todo lo pueden.
A ello mis respeto y admiración
Dios bendiga a los Diáconos permanentes
Dios bendiga a sus familias
Y bendiga a través de ellos a las
comunidades que él les ha encargado
No hay comentarios:
Publicar un comentario